EL ILUSTRE CACHILO





Posiblemente, amigo lector, usted desconozca que hoy viernes se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Cachilo, el venerable vagabundo rosarino. Y es, justamente, para evitar este tipo de enojosos desconocimientos (u olvidos) que la Peña La Herradura (entidad sin fines de lucro) ha decidido elevar al Concejo Municipal una emotiva propuesta para que Higinio Maltanares (más conocido como Cachilo) sea declarado, de una vez por todas, Ciudadano Ilustre de Rosario.
Sin duda alguna, el devenir de los acontecimientos mundiales ha ido forjando, cincelando y propiciando esta oportunidad. Nos ocupábamos días atrás, en esta misma columna, del Primer Simposio Internacional de Crotos en Mar del Plata, evento para nada casual, se nos ocurre, en estas épocas de desempleo masivo y marginalidad creciente.
Y acá mismo en Rosario, no hace mucho, el Grupo Laboratorio de Teatro El Rayo Misterioso había puesto ya en escena la obra Cirujas, exaltando la importancia de tan noble oficio en nuestra vida cotidiana. Como acentuando la impresión de que esta figura del pordiosero menesteroso ha venido a reemplazar largamente en la pirámide social al del perimido y enjundioso yuppie, ninguno de nosotros habrá olvidado, por supuesto, la parrillada de gato ofrecida a la televisión mundial desde la estación terrena de la Tablada en épocas no muy lejanas.
Todo esto abona el terreno para que nuestro “poeta en tránsito”, Cachilo, tenga pronto un monumento que recuerde su obra y exalte su figura (admitámoslo) poco épica. Y es, precisamente, un monumento, otra de las propuestas que incluye la petición formal de la Peña La Herradura, con justificada enjundia. “La Peña La Herradura –notifica un vibrante Carlos Mac Allister, miembro fundador y ex marcador lateral de Boca- es una Orden que viene de los albores de la caballería romántica. Se la considera, incluso, anterior a la caballería misma, ya que la herradura fue en sus principios el resultado de un examen final que se les tomaba a los herreros, quienes debían doblar un fierro sin fines establecidos”.
Fue, después, el Rey Arturo quien decidió que algo debía hacerse con estos tornados hierros y los adosó a los vasos de los corceles, con el éxito por todos conocidos. Es desde entonces que nosotros hallamos el real valor de las cosas, en apariencia triviales, como los grafittis, y su conservación, los que desvela al doctor Nicanor D’ Elía, pensador, filósofo, maratonista y presidente de la peña. “Alguno de ellos –explica- como el escrito en Sarmiento al 300, sugestivamente cerca de PAMI I, dice así: ‘Cadáver/resto/disculpen si molesto’. Y configura una verdadera pintura rupestre de incalculable valor histórico. Nuestro anhelo es que la Municipalidad preserve esos escritos, los destaque con alguna placa recordatoria o bien los resalte con un marcador amarillo flúo”-
Por lo tanto, amigos lectores, ahora sólo resta esperar que el Honorable Concejo se expida y apruebe la moción brindándole a Cachilo el reconocimiento que se merece.
¡Qué tanto!

Roberto Fontanarrosa

Rosario/12, 4/10/1996, p.8.